Lo ocurrido en la Cámara de Diputados de la provincia demuestra que, mientras el mundo entero vive momentos de zozobra económica y social, algunos políticos santafesinos están viviendo en otra dimensión.
Está más que claro que hay una cuarentena para las rencillas políticas. Está más que claro que el Gobierno Nacional abrazó a todos y todos estuvieron presentes. Está más que claro que hay una cuarentena que cumplen Javkin y Jatón, elegidos por el voto o popular. Como Perotti.
¿Qué parte de este asunto no entiende Lifschitz? Está más que claro que hay un tándem donde tanto tiene uno como otro de poder, de oscuridad y de misterio. ¿Qué le deben los radicales a Lifschitz? ¿Qué le debe Lifschitz a Pullaro? ¿Por qué se calla un médico y ex gobernador como Bonfatti?
Estamos sobre el viernes de una cuarentena por el coronavirus que era, a la vez, un símbolo de unidad y voluntad de bien común entre todos. El mundo pide unidad. Argentina pide unidad. La provincia de Santa Fe pide unidad.
Lifschitz y a sus diputados rompieron esa cuarentena. Arrastran al resto de los radicales. Nadie puede aducir desconocimiento. Nadie puede decir que fue algo independiente.
¿Esperan un decretazo para decir que el gobierno provincial no es democrático? ¿Es eso? Ojalá no muera nadie. Ojalá mueran pocos.
Sobre sus decisiones egoístas, partidarias, menores, se alzará la memoria: en mitad de la pandemia no quisieron darle al gobierno provincial las herramientas legislativas para enfrentarla como en su momento el PJ le dio la ley de emergencia en seguridad para afrontar la grave problemática en Rosario.
Nadie puede decir que no sabe dónde está parado y qué ignora qué cosas les reclamarán mañana.