Lanzaron la campaña “Más luces, menos ruidos” con el objetivo de concientizar sobre las consecuencias que la pirotecnia provoca en sus hijos.
Victoria, mamá de Juan, un chico de 12 años con un retraso madurativo, que al igual que los que tienen Trastornos del Espectro Autista padecen las consecuencias de los sonidos a altos decibeles.
Pensando en ellos y también en los ancianos, la organización TGD padres TEA lanzó la campaña “Más luces, menos ruidos” con el claro objetivo de concientizar sobre las consecuencias que la pirotecnia provoca en sus hijos.
“Buscamos otra forma de celebrar, como la pirotecnia lumínica, que son cosas que no afectan a otros” señaló Sol Mateo, mamá de un chico de 16 años con TEA y miembro de la organización.
“Entendemos que para algunos es una diversión utilizar pirotecnia, pero hay chicos o sectores de la sociedad, como los ancianos y los animales, que lo padecen”, confirmó Mateo.
Cada Navidad, ella la pasaba encerrada con su hijo, sin poder brindar ni estar con su familia. “Ahora estamos usando protectores auditivos con los que también mi hijo duerme, porque si no, se despierta con los cohetes y no puede conciliar el sueño. Cada familia busca sus recursos para poder pasar este momento que para ellos es tan terrible. Para mi hijo, cuando explota una bomba de estruendo es como si le estallara en la cabeza”, ejemplificó la mujer.
Qué sucede
La fonoaudióloga Claudia Cabrera, voluntaria y asesora de TGD padres TEA explicó que estos chicos tienen “el sistema sensorial desorganizado. Su sensibilidad auditiva está distorsionada, lo que no significa hipoacusia”, explicó.
“Hay casos en que se da una hiposensibilidad donde registran menos los sonidos, pero en la mayoría de los casos sucede lo contrario, los chicos tienen una hipersensibilidad a los sonidos, y en caso de la pirotecnia hay un estímulo muy fuerte y sucede de golpe. Sienten el estruendo y no pueden asociar a qué corresponde, por eso se producen las fuertes crisis”, amplió Cabrera.
Para ejemplificar, señaló que “es como si estuvieras en una habitación a oscuras, tranquila, y de pronto te estalla una bomba y no sabés de qué se trata ni de dónde viene, por eso el desconcierto es grande y causa tanta angustia en los chicos”.
La mamá de Juan contó que al principio, cuando veía que su hijo se ponía tan mal, pensó que tal vez le afectaba la cantidad de gente en su casa, pero descubrió que no, que el problema son los ruidos tan fuertes. “Cuando empiezan los vecinos con los petardos a él le da un ataque de pánico que no lo puedo contener. Paso las Navidades y fines de año con él en un habitación totalmente cerrada tratando de amortiguar los ruidos. Es muy duro verlos sufrir sin poder contenerlo. Por eso opté por irme de Rosario en las fiestas, y de a poco la familia me va entendiendo”, confesó.
Ante tal nivel de sufrimiento, los padres miembros de la ONG solicitan que esta Nochebuena y Fin de Año se celebre con juegos de luces pero sin estruendo, para que así todos puedan brindar en paz.